Gaya (2)

Hubo un tiempo en el que él era diferente era diferente. Mi padre era mi ìdolo,  fuerte, seguro de si mismo. Mi padre supo desde muy pequeño que él querìa hacer grandes cosas.
Asì fué, era siempre el primero de la clase en todo, a los trece años tubo su primer trabajo en una oficina de abogados.
Era importante, pero agradable, la gente le admiraba por su simpatìa y le querian por su dedicaciòn.
A los veinte años conociò a mi madre y desde el momento en que la viò supo que ella serìa la madre de sus hijos (o mejor dicho, de sus hijas). Un año entero le costò conquistarla. Un año después, el 5 de Mayo del 2970, se casaron.
La boda no fué bien vista por mucha gente pues mi madre era hija de una mexitina, una persona de Aquilon adoptada en un edad temprana por gente de Meridi. La proxima duxi tendrìa sangre de Aquilon, aquello no era bueno.
La gran lucha con la prensa no durò mucho pues una semana despues de la boda mi abuelo enfermò gravemente.
Su muerte fué debastadora para el pueblo y para mi padre. Nadie lo habìa esperado y todo el mundo se preguntaba lo mismo: podrìa mi padre, a la temprana edad de veintitrés años, ser el rex, el dux de duxes y conservar la paz.

Dos helados y un café

Nuestros helados han quedado olvidados en una caja de zapatos. Nuestras palabras se esconden por temor a ver la luz. Los ultimos días se nos escapan mientras intentas olvidar el dolor y me matas. Gritaré unos segundos mientras los recuerdos y las sonrisas se ahogan en un cuento que no es nuestro. Cambiaré mi protagonista mientras tu encuentras la tuya y descubriras el camino correcto. Olvidaras que un dia luchabas contra el dragon porque la princesa se te escapó.
Dos cafés que se derriten en el tiempo. Tanto tiempo sin aliento. Olvidaba que la gente es mentirosa y que asi tambien es el sentimiento que se escapa entre tus dedos cuando le preguntas su intención. Cada dia es un infierno empapado en un rio de limones. No me digas que tienes algo pendiente, que la vida te sorprende y que quieres volar. Yo me voy y tu te quedas nadie lo podrá cambiar.
Si te empeñas en hundirte en la oscuridad es solo culpa tuya, todos te ofrecen su mano y tu rehuyes. No me enfermes. No te aleges. No de la ficha de un puzle al que no perteneces. Solo es miedo. Tu desaliento. Que mentiras. Cuanto invento.
No soporto que te vayas y me quede. No conozco las palabras del adios. Se que  lo vivido  pronto solo sera una laguna en  mi mente en la que la gente se una y mi inconsciente se invente.
No te pido me recuerdes. Vive siempre como pienses. Se quien eres, no un traidor a tu fortuna. No te quejes de que ya nadie te acuna. No me inventes. No lo intentes.